De entre todas las infecciones estudiadas, la que más aumentaría el riesgo de dicha transmisión sería el citomegalovirus.
Hasta este estudio, no se había analizado la interacción de otras infecciones de transmisión sexual con el VIH/ SIDA en este tipo concreto de contagio.
La muestra de la investigación ha contado con un total de 889 mujeres procedentes de Argentina, Brasil, Sudáfrica y USA. Se realizó de forma retrospectiva. El proyecto "HPTN 040" seleccionó a las madres participantes de abril de 2004 a julio de 2010.
La infección por VIH fue detectada en el momento del parto, motivo por el cual no se pudo evitar antes (durante el embarazo) la transmisión vertical del virus mediante la terapia antirretroviral.
Además de las 889 madres, también participaron sus hijos e hijas.Un tercio de las mujeres padecían de infección citomegalovirus, gonorrea, sífilis y clamidia en el momento del parto. Del total de los bebés, el 9,1% ya habían sufrido el contagio de VIH.
La transmisión del VIH dependía de las infecciones o enfermedades de transmisión sexual que padeciera la madre. El contagio del VIH más significativo se produjo cuando la mujer tenía infección por el citomegalovirus, pasando en este caso a contagiar por transmisión vertical al 26,3% de bebés.
En los casos de clamidia la transmisión vertical del VIH a recién nacidos fue del 12, 5%. En general, el 42% de bebés contagiados verticalmente por VIH tenían madres con alguna de las cuatro ITS citadas.
Padecer una infección de transmisión sexual además del VIH duplicó el peligro de contagio del propio VIH. Las tasas de mayor riesgo se produjeron en aquellas madres que tenían más de una ITS.
Sobre el citomegalovirus, el equipo responsable de la investigación apunta que es una co-infección compleja que agrava la incidencia del VIH. Favorece la inflamación y regula al alza la acción de los correceptores que el VIH usa para penetrar en las células y la replicación del virus.
Aunque no existiera contagio del VIH, otras infecciones de transmisión sexual como la clamidia, gonorrea o sífilis ya son un problema en sí tanto para las madres como para el feto. Su detección durante el embarazo debe convertirse en una prioridad para poder acceder al tratamiento adecuado.
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